lunes, 4 de febrero de 2013

Segunda parte



La segunda parte trata del poder igualitario de la muerte que es el tema mas habitual, también habla del ubi sunt, tema esencial de esta segunda parte.


XVI

¿Qué se hizo el Rey Don Juan? 

Los Infantes de Aragón 
¿qué se hicieron? 
¿Qué fue de tanto galán, 
qué de tanta invención 
que trajeron? 
¿Fueron sino devaneos, 
qué fueron sino verduras 
de las eras, 
las justas y los torneos, 
paramentos, bordaduras 
y cimeras? 

XVII


¿Qué se hicieron las damas, 

sus tocados y vestidos, 
sus olores? 
¿Qué se hicieron las llamas 
de los fuegos encendidos 
de amadores? 
¿Qué se hizo aquel trovar, 
las músicas acordadas 
que tañían? 
¿Qué se hizo aquel danzar, 
aquellas ropas chapadas 
que traían? 

XVIII


Pues el otro, su heredero, 

Don Enrique, ¡qué poderes 
alcanzaba! 
¡Cuán blando, cuán halaguero 
el mundo con sus placeres 
se le daba! 
Mas verás cuán enemigo, 
cuán contrario, cuán cruel 
se le mostró; 
habiéndole sido amigo, 
¡cuán poco duro con él 
lo que le dio! 

XIX


Las dádivas desmedidas, 

los edificios reales 
llenos de oro, 
las vajillas tan fabridas, 
los enriques y reales 
del tesoro; 
los jaeces, los caballos 
de sus gentes y atavíos 
tan sobrados, 
¿dónde iremos a buscallos? 
¿qué fueron sino rocíos 
de los prados? 

XX


Pues su hermano el inocente, 

que en su vida sucesor 
le hicieron, 
¡qué corte tan excelente 
tuvo y cuánto gran señor 
le siguieron! 
Mas, como fuese mortal, 
metiole la Muerte luego 
en su fragua. 
¡Oh, juicio divinal, 
cuando más ardía el fuego, 
echaste agua! 

XXI


Pues aquel gran Condestable, 

maestre que conocimos 
tan privado, 
no cumple que de él se habla, 
mas sólo cómo lo vimos 
degollado. 
Sus infinitos tesoros, 
sus villas y sus lugares, 
su mandar, 
¿qué le fueron sino lloros? 
¿Qué fueron sino pesares 
al dejar? 

XXII


Y los otros dos hermanos, 

maestres tan prosperados 
como reyes, 
que a los grandes y medianos 
trajeron tan sojuzgados 
a sus leyes; 
aquella prosperidad 
que en tan alto fue subida 
y ensalzada, 
¿qué fue sino claridad 
que cuando más encendida 
fue matada? 

XXIII


Tantos duques excelentes, 

tantos marqueses y condes 
y varones 
como vimos tan potentes, 
di, Muerte, ¿do los escondes 
y traspones? 
Y las sus claras hazañas 
que hicieron en las guerras 
y en las paces, 
cuando tú, cruda, te ensañas, 
con tu fuerza las aterras 
y deshaces. 

XXIV


Las huestes innumerables, 

los pendones, estandartes 
y banderas, 
los castillos impugnables, 
los muros y baluartes 
y barreras, 
la cava honda, chapada, 
o cualquier otro reparo, 
¿qué aprovecha? 
Cuando tú vienes airada, 
todo lo pasas de claro 
con tu flecha.