lunes, 4 de febrero de 2013

Primera parte


• 1ª parte (coplas I-XIV):  La primera parte esta compuesta por las primeras catorce coplas, y trata sobre temas generales, habla de lo rápido que se pasa la vida, del tempus fugit, del sentimiento cristiano del poeta y hace metáforas sobre la vida y la muerte.

-1º Temas generales:

Copla I: Tempus fugit.


Copla II: Tempus fugit.


Copla III: Poder igualitario de la muerte.


Copla IV: Sentimiento cristiano del poeta.


Copla V: Metáfora de la vida terrenal (camino que nos lleva a la otra vida), (sentimiento cristiano).


Copla VI: Idea cristiana de la vida.


Copla VII: Oposición entre cara corporal y alma angelical.


Copla VIII: Lo que perdemos cuando llega la muerte.


Copla IX: Lo que perdemos cuando llega la vejez.


Copla X: Poder igualitario de la muerte.


Copla XI: Poder igualitario de la muerte.


Copla XII: Vida breve (terrenal), vida que no se acaba (eterna).





I


Pues si vemos lo presente 

cómo en un punto se es ido 
y acabado, 
si juzgamos sabiamente, 
daremos lo no venido 
por pasado. 
No se engañe nadie, no, 
pensando que ha de durar 
lo que espera 
mas que duró lo que vio, 
pues que todo ha de pasar 
por tal manera. 

II


Recuerde el alma dormida, 

avive el seso y despierte 
contemplando 
cómo se pasa la vida, 
cómo se viene la muerte                            
tan callando, 
cuán presto se va el placer, 
cómo, después de acordado, 
da dolor; 
cómo, a nuestro parecer, 
cualquiera tiempo pasado 
fue mejor. 

II


Pues si vemos lo presente 

cómo en un punto se es ido 
y acabado, 
si juzgamos sabiamente, 
daremos lo no venido 
por pasado. 
No se engañe nadie, no, 
pensando que ha de durar 
lo que espera 
mas que duró lo que vio, 
pues que todo ha de pasar 
por tal manera. 

III


Nuestras vidas son los ríos 

que van a dar en la mar, 
que es el morir, 
allí van los señoríos 
derechos a se acabar 
y consumir; 
allí los ríos caudales, 
allí los otros medianos 
y más chicos, 
y llegados, son iguales 
los que viven por sus manos 
y los ricos. 

IV


Invocación a Jesucristo


Dejo las invocaciones 

de los famosos poetas 
y oradores; 
no curo de sus ficciones, 
que traen yerbas secretas 
sus sabores; 
aquel sólo invoco yo 
de verdad, 
que en este mundo viviendo 
el mundo no conoció 
su deidad. 

V


Este mundo es el camino 

para el otro, que es morada 
sin pesar; 
mas cumple tener buen tino 
para andar esta jornada 
sin errar. 
Partimos cuando nacemos 
andamos mientras vivimos, 
y llegamos 
al tiempo que fenecemos; 
así que cuando morimos 
descansamos. 

VI


Este mundo bueno fue 

si bien usásemos dél 
como debemos, 
porque, según nuestra fe, 
es para ganar aquel 
que atendemos. 
Aun aquel Hijo de Dios, 
para subirnos al cielo, 
descendió 
a nacer acá entre nos, 
y a morir en este suelo 
do murió. 

VII


Ved de cuán poco valor 

son las cosas tras que andamos 
y corremos, 
que, en este mundo traidor 
aun primero que miramos 
las perdemos: 
de ellas deshace la edad, 
de ellas casos desastrados 
que acaecen, 
de ellas, por su calidad, 
en los más altos estados 
desfallecen. 

VIII


Decidme: La hermosura, 

la gentil frescura y tez 
de la cara, 
la color y la blancura, 
cuando viene la vejez, 
¿cuál se para? 
Las mañas y ligereza 
y la fuerza corporal 
de juventud, 
todo se torna graveza 
cuando llega al arrabal 
de senectud. 

IX


Pues la sangre de los godos, 

y el linaje y la nobleza 
tan crecida, 
¡por cuántas vías y modos 
se pierde su gran alteza 
en esta vida! 
Unos, por poco valer, 
¡por cuán bajos y abatidos 
que los tienen!; 
otros que, por no tener, 
con oficios no debidos 
se mantienen. 

X


Los estados y riqueza, 

que nos dejen a deshora 
¿quién lo duda? 
no les pidamos firmeza, 
pues son de una señora 
que se muda. 
Que bienes son de Fortuna 
que revuelven con su rueda 
presurosa, 
la cual no puede ser una 
ni estar estable ni queda 
en una cosa. 

XI


Pero digo que acompañen 

y lleguen hasta la huesa 
con su dueño: 
por eso no nos engañen, 
pues se va la vida apriesa 
como sueño; 
y los deleites de acá 
son, en que nos deleitamos, 
temporales, 
y los tormentos de allá, 
que por ellos esperamos, 
eternales. 

XII


Los placeres y dulzores 

de esta vida trabajada 
que tenemos, 
no son sino corredores, 
y la muerte, la celada 
en que caemos. 
No mirando a nuestro daño, 
corremos a rienda suelta 
sin parar; 
desque vemos el engaño 
y queremos dar la vuelta, 
no hay lugar. 

XIII


Si fuese en nuestro poder 

hacer la cara hermosa 
corporal, 
como podemos hacer 
el alma tan gloriosa, 
angelical, 
¡qué diligencia tan viva 
tuviéramos toda hora, 
y tan presta, 
en componer la cautiva, 
dejándonos la señora 
descompuesta! 

XIV


Esos reyes poderosos 

que vemos por escrituras 
ya pasadas, 
con casos tristes, llorosos, 
fueron sus buenas venturas 
trastornadas; 
así que no hay cosa fuerte, 
que a papas y emperadores 
y prelados, 
así los trata la Muerte 
como a los pobres pastores 
de ganados.